INSTANTE
Erguidos nardos perfuman y se mecen.
Un brevísimo cielo azul se escandaliza ante la imperturbable bandada que lo atraviesa.
Me gusta este momento: el telón se corre y aparece tímida otra escena diferente que se desarrolla vertiginosa y toma protagonismo.
El horizonte estalla en rojos, naranjas y violetas.
La tarde se incendia y todo parece de oro como en la leyenda de la Ciudad Perdida.
Los pájaros se apresuran a refugiarse en sus nidos y los árboles se llenan de rumores y píos.
Sigilosas sombras rodean las siluetas.
Un instante mágico y luego es la noche.
Comienzan a encenderse las luces en la vereda y yo sonrío.
Copyright ©2020 Nelida Liliana Vieyra
ESTA MAÑANA
Abrí mis brazos aletargados y doloridos.
Estiré la mano sobre la mesa de luz para alcanzar mis anteojos.
Entre la penumbra se filtraba un rayo de sol.
No sabia la hora, no me importaba, de todas formas, desayunaría.
Siempre empiezo el día con un desayuno.
Abrí las cortinas y me encegueció el sol.
Me puse las pantuflas, el piso estaba frio.
Mi gata interceptó mi camino y casi tropiezo con ella,
La salude con el miau miau que le digo siempre.
No me contestó. Estaba ofendida.
Salí al patio, las plantas sonreían. Pasó una mariposa.
En las enredaderas zumbaban las abejas o avispas, no sé,
Nunca supe distinguirlas.
Me quedé quieta escuchando el murmullo de la vida.
El silbato de la pava me llegó lejano.
Sentí alegría, un nuevo día, a estrenar, me estaba esperando.
¡Y allá fui, a vivirlo!
Copyright ©2020 Nelida Liliana Vieyra
FUI AL RIO
Extenuante caminata fue aquella.
Tenia sed, cansancio, ganas de llegar.
El sol taladraba mi sombrero.
El paisaje vibraba ante mis ojos húmedos de sudor.
Entre los árboles escuché el chapoteo del río.
Faltaba poco para verlo, unos pasos más.
Apresuré la marcha y me sorprendió en el recodo del camino.
¡Ahí estaba tan deliciosamente fresco!
Arrojé mis zapatillas al aire, me liberé de la mochila
Y corrí a su encuentro como una enamorada que ve a su hombre
que volvió de la guerra.
No era muy profundo y en su fondo había piedras,
El agua transparente dejaba ver mis pies atormentados.
No había nadie cerca. Me recosté en la orilla, bajo un árbol.
Y me quede quieta, inmóvil, extasiada.
Con el agua hasta el cuello.
Con el río en mis venas.
Copyright ©2020 Nelida Liliana Vieyra
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