lunes, 24 de agosto de 2020

RACCONTO PRIMEROS AÑOS

 Mucha gente tiene vidas monótonas, lisas, poco atractivas. La mía, por el contrario se distinguió siempre por los sucesos extraordinarios que me atreví a vivir. Fui saltando de sorpresa en sorpresa, de aventura en aventura como en una montaña rusa. Nada fue para siempre, nada duró demasiado, todo lo viví con intensidad, entregada en el intento, con alegría e inocencia.  Pero, por ahora empecemos por el principio. 
Luego de innumerables intentos fallidos , mi madre logró embarazarse de mí. Fue un embarazo de riesgo, con muchos cuidados y precauciones. Pero yo era obstinada y quería conocer este planeta nuevo y maravilloso que promocionaban las agencias de turismo. Así que nací pese a todo un 28 de julio de 1956. ¡SI!! ¡Hace muchísimo tiempo! Pero al nacer tuve complicaciones y el médico dijo a mi madre: - que lástima tanto esfuerzo y la criatura no podrá sobrevivir!-  
Mi mamá desesperada pide el favor de la Virgen de Lourdes y hace la promesa que si me salvo, me irá a bautizar en su iglesia y me pondrá bajo su tutela por siempre. De más está decir que la Virgen acudió en nuestro auxilio y luego de casi dos meses en incubadora y luchando por mi vida, salí del hospital, fui llevada a la Iglesia de Lourdes en Santos Lugares y fui bautizada. 
Se que durante mis primeros meses de vida falleció el padre de mi mamá Damián Dolores Ramírez, y que yo era muy pequeñita e inquieta, todo lo quería ver, miraba con ojos asombrados este regalo maravilloso que es la vida. 
A los cuatro años nos mudamos de Villa Ballester a San Miguel, en el mismo lugar donde vivo actualmente, aunque ahora pertenece a José C. Paz debido a una nueva división política que realizara durante el gobierno de Menen, Duhalde.
Era un barrio que se estaba formando, un loteo de aquellos años, para gente obrera como mi padre, que soñaba con una casa propia. Tenía una pequeña casita de material, con un gran terreno, lleno de árboles, una quintita que mi padre cultivaba al regresar de su trabajo, y un gallinero. En algunas oportunidades había patos, cigüeñas, garzas y otras aves típicas de la laguna que estaba a unas cuadras de casa y que luego fue entubada y llevaba detrás de los campos de Fuerza Aérea. Hoy desapareció. 
Mi primera amiguita del barrio fue Ely hija de bolivianos, su padre Don Félix trabajaba en la metalurgia como mi papá y su mamá Doña Nora se hizo amiga de mi madre. Ella tenía un almacén donde comprábamos. Con el tiempo Ely y yo fuimos como hermanas.  
También estaban las hijas de Don Sanabria, Mary y Beatriz, pero yo jugaba más con Mary.  
Carlitos Rojas, que casi vivía en casa, cuyos padres también eran muy amigos nuestros, mi papá y su papá trabajaban juntos en la misma fábrica, y ellos habían comprado un lote a una cuadra de casa. Su mamá,  doña Celestina que venía siempre  a visitarnos y al final era como de la familia.  
Tuve una niñez prolongada, jugué, tuve amigos, compinches fieles y supimos reír, imaginar, soñar, crear un mundo donde éramos los protagonistas, donde existíamos y nos convertíamos en magos, bailarines, estrellas de rock, payasos. 
¡Oh aquellos fogones en la vereda! ¡Contando historias, inventadas, o escuchadas quien sabe dónde! Ahí desarrollé mi capacidad histriónica, metamorfoseaba mi voz, mi apariencia y atrapaba a la audiencia. Mi imaginación creaba personajes, cuentos, juegos, canciones... Hacíamos carreras, desde casa hasta la esquina, con un solo pie, saltando como un gorrión, o juntos tomados de las manos en parejas, o espalda con espalda, donde caíamos unos sobre otros riendo a más no poder. 
En vano las madres llamaban anunciando la cena, el entusiasmo de estar juntos era más poderoso. A las cansadas, rezongando nos despedíamos esperando el reencuentro al día siguiente.  
En esa época las estrellas estaban en el cielo para que busquemos las Tres Marías, el Sillón de San José, el Lucero, la Cruz del Sur. ¡La luna nos fascinaba tan blanca, tan luminosa, observándonos desde tan lejos! Y nos parecía ver en su superficie la Virgen María con el burrito y San José llevando al Niño Jesús. 
Nos gustaban los charcos repletos de ranas que croaban durante toda la noche incansablemente. Los renacuajos, que algunos juntaban en una lata oxidada de tomates sucumbían luego, en el agua oscura, olvidados, en un  lugar del patio. 
Entonces, los árboles no eran árboles nada más. Eran el desafío a ver quién subía más arriba, quien trepaba más alto y se colgaba sujetándose con las piernas mientras la cabeza pendía de los hombros y nos hacia ver el mundo del revés. Éramos un poco trapecistas, saltimbanquis, equilibristas, por eso nos enloquecíamos cuando el circo venia al barrio. 
¿Y qué decir de las flores? Con ellas armábamos collares ensartando una dentro de la otra;  nos trenzábamos el cabello aplicándolas como adornos perfumados y multicolores. 
Las mariposas nos hacían correr y agazapar como felinos para poder atraparlas, al final las dejábamos partir, pero nos quedaba el suave polvo brillante de sus alas entre los dedos, como un obsequio. 
Como pueden ver había temporadas de ranas, de mariposas, de colibríes, de luciérnagas y de mosquitos.  
El tiempo transcurría sin televisión, sin teléfonos, en contacto con la naturaleza. Las estaciones nos marcaban el ritmo y un día sin saber por qué comenzaba la época de los barriletes y todos enloquecíamos buscando cañas, hilos y papeles de colores. En otra época juntábamos figuritas: los chicos de jugadores de futbol y nosotras las de hadas y princesas con brillitos.
Y así, casi sin darme cuenta, llegué a la fiesta de fin de año de la escuela y junto con el diploma de séptimo grado se cerraba las puertas de la infancia porque me esperaba la escuela secundaria y viajar sola a San Miguel y hacer nuevos amigos, pero eso les contaré en otro momento.

Copyright © 2020 Nélida Liliana Vieyra, All rights reserved

8 comentarios:

  1. Me encanta que compartas tu historia y mucho más que la recuerdes tan bien.

    ResponderEliminar
  2. Me hiciste volver a mi infancia también me encanto!!

    ResponderEliminar
  3. Realmente emocionante pasamos por las mismas cosas .Volvi a mi época de niñez. Cuantos recuerdos olvidados que renacen en un momento.Tubimos una linda infancia en distintos lugares

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias! fue la etapa de la inocencia y el descubrimiento.

      Eliminar
  4. Querida amiga¡cuántos recuerdos maravillosos! Cada momento está narrado con una descripción tan colorida y detallada que facilmente pude volver a revivir esos tiempos con alegría, nostalgia y mucho cariño. Siempre fuiste una gran escritora! Me da gusto leer tus memorias 💗💗💖💖

    ResponderEliminar

LA CASA DE TIA LOLA

A una cuadra de la plaza principal y a media cuadra de la iglesia, estaba la casa de tía Lola. Se entraba por una puerta de madera labrada e...