Para vos que siempre estas dentro de mi corazón como un hermoso recuerdo.
Las canciones son mucho más que eso. Detrás de ellas están escondidas emociones, recuerdos, hitos de nuestra historia que se rememoran al escucharlas.
En mi época se celebraba el día del estudiante y de la primavera con un picnic. Desde antes estábamos inquietas y nerviosas porque sabíamos que podíamos volver de esa aventura, enamoradas. Había que elegir bien la ropa, el peinado y todas esas cosas que usamos las mujeres para seducir. Pero, en este tiempo de mi relato era lo más, usar un jean Wragler, unas zapatillas Flecha preferentemente blancas y una remera o blusa de colores. Yo no tenía muchos pantalones en mi casa, mis padres lo consideraban de mal gusto y andaba siempre de polleras.
Ese día mi amiga, Ely Pinto, me prestó un Wrangler beige, casi color caca, horrible, pero era la moda y lo prefería mil veces a tener que ir de falda.
Fuimos al Touring Club que tenía un predio grande con árboles y lugar suficiente para realizar el encuentro de jóvenes. No éramos solamente los de mi colegio, había también de otros. Buscabamos un espacio para sentarnos a comer los sándwiches de milanesas, tomar las gaseosas calientes y sin gas, apropiarnos de un pequeño territorio en donde guardar nuestras cosas y poder jugar a la pelota o algo así, pero estaba todo repleto.
Hacía calor y dábamos vueltas sin encontrar sitio. De repente, un grupo de chicos cantaba y tocaba la guitarra. Nunca los había visto antes, serian de otra escuela. Nos acercamos para escuchar y mi mirada se encontró con los ojos verdes más hermosos que había visto, después de los de Alain Delon, por supuesto. Me quedé embobada mirándolo y él me correspondía. Mis mejillas se incendiaban y sabía que la canción que estaba cantando era para mí, si, ¡yo era la destinataria! Mi corazón latía con más fuerzas y todo desapareció a mi alrededor, sólo existía esa canción, sus ojos y ese muchacho desconocido.
“Muchacha ojos de papel, no corras más quédate conmigo hasta el alba…” decía él y yo era su muchacha de papel.
Después que terminó de cantar se presentó, era de la escuela Industrial. Y pasamos toda la tarde juntos. Al despedirnos prometimos volver a encontrarnos.
Y acunados por esa emblemática canción comenzamos la primera relación de mi adolescencia, él fue mi primer novio.
Cada vez que oigo ese tema, el recuerdo me hace sonreír y mágicamente vuelvo a tener 16 años.
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