martes, 15 de septiembre de 2020

MIS VECINOS: LOS SANABRIA




Quiero agradecer a Maria Laura O. por las fotos que me envió para la publicación.

Casa de por medio vivía la familia Sanabria, don Manuel que era cordobés y su esposa doña Irma entrerriana. Desde que los conocí tuvieron negocio, primero una carnicería, verdulería y luego supermercado. Tenían 4 hijos: Beatriz, María, José y Hugo. Todos jugaban conmigo. También, hacíamos las tareas del colegio y hasta cocinábamos algunas cosas para el té de la tarde, ya que en una época me gustaba amasar panecillos y elaborar tortas.

Con Mary hacíamos los mandados juntas, leíamos poesía, escribíamos, dibujábamos y éramos las más compinches. Nos pasábamos muchas horas conversando. Irma fue la primera chica del grupo que aprendió a manejar una estanciera que tenían. José el mayor de los varones falleció demasiado pronto. Era un buen muchacho siempre sonriente y muy trabajador. Todo el mundo lo quería por su simpatía y amabilidad. El barrio entero lo lloró durante el paso del cortejo fúnebre por las calles que lo habían visto crecer. Tuvo una sola hija Noelia, a quien adoraba,  que ahora vive en Misiones y a veces la encuentro cuando viene de visita por estos lados.

El patio de la familia Sanabria era el más grande y estaba todo construido en cemento lo que se prestaba para que hiciéramos ahí todos los asaltos, cumpleaños y festejos que surgieran.

También tenía un equipo con grandes parlantes para pasar la música y bailar. Con ellos celebrábamos las fiestas de Navidad, Año Nuevo y casamientos, cumpleaños y almuerzos vecinales. Se armaba una larga mesa y cada vecino llevaba sus sillas y su comida todos compartíamos. Mientras que, los mayores jugaban algún partido de truco entre gritos y risas, nosotros los más jovencitos bailábamos. Los que pasaban por la calle y eran conocidos se iban sumando al festejo.

A esas fiestas concurrían las familias: Saccomani, Bosco, Pérez, Velazquez, Morinigo y además venía a veces Juan Cruz con su guitarra y cantaba para la concurrencia.

Cuando fuimos más grandes y estábamos aprendiendo a ser señoritas con Mary compartíamos los maquillajes, esmaltes de uñas, las fotonovelas, las canciones favoritas, nos gustaban los mismos actores, nos enamorábamos de alguno que otro muchachito del barrio por el que suspirábamos sin que el interesado lo supiera. Éramos inseparables.

Mary se enamoró de José, y se casaron tuvieron tres hijos: Javier, Silvana y Adriana. El tiempo pasó y aquellos bebitos que tuve en mis brazos alguna vez hoy son hombres y mujeres. Ellos siguen juntos consolidando su familia y ahora tienen un hermoso negocio en el barrio. Han trabajado mucho para lograr esto: son un ejemplo de progreso y dedicación.

Nuestras vidas tienen muchos puntos en común, no puedo contar mi historia sin que los Sanabria no estén presentes. Todos éramos, no sólo vecinos o amigos, parecíamos más bien una familia.

Todavia nos seguimos viendo y esa amistad está presente en cada encuentro.


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