martes, 8 de septiembre de 2020

LA CALESITA, OTRA, LA DE CUALQUIER BARRIO.


(Este es un trabajo para el Taller de Escritura del que estoy participando. Como una   calesita volví sobre el mismo tema quizas porque uno vuelve a los lindos recuerdos cada vez.)

Un día, de pronto el aire se llenaba de música y una voz gangosa anunciaba por los parlantes que llegó la calesita. Una esquina cualquiera del barrio se transformaba entonces con mágicos colores y risas, ensueños y entusiasmos, algarabía y deleite.

Iba de la mano de mamá y me subía al caballito azul.  Temerosa de despegarme de la seguridad del piso emprendía esa travesía incierta y ruidosa. La mirada atenta de mi hermano y su guiño cómplice me daba el empujón necesario para despreocuparme. El paisaje se desenrollaba a mi alrededor como un caleidoscopio. Las caras desaparecían en las curvas. Yo buscaba su rostro entre los demás. Me reía disimulando esa extraña inquietud de vértigo y satisfacción. En cada vuelta ella levantaba su brazo saludándonos, sonriendo. No nos queríamos bajar. Insistíamos que la próxima sería la última y repetíamos el truco hasta que se acababan las monedas.

Al final regresábamos a casa mareados de felicidad. Bromeando y saltando, dando vueltas alrededor de ella pidiéndole que nos vuelva a llevar al otro día mientras, a lo lejos, las canciones de Leo Dan y Palito Ortega giraban para siempre.

Copyright ©2020 Nelida Liliana Vieyra

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